Recuperando la inocencia "El principio de una amistad" (CAPÍTULO 1)

domingo, 1 de septiembre de 2013

El paisaje que observo a través de los cristales me provoca cierta nostalgia al ver la avenida llena de árboles con hojas caídas... Es raro porque ahora que lo pienso el otoño siempre me provoca el mismo tipo de sensación… y a la vez un cierto tipo de angustia que no sé explicar. Entre la gente que pasa por la calle observó a una madre con su hijo de unos 4 años de la mano. El hijo centra toda su atención en una piruleta de color rojo que lleva en la otra mano... Se ve muy feliz y sonríe como si nunca nadie le podría estropear esa alegría. Su sonrisa parece tan inocente, tal cálida... 

¿pero hasta cuándo? Me pregunto: ¿Cuándo un niño deja de ser niño? ¿Cuándo deja de ser tan inocente? En mi opinión creo que son los adultos los que quitan la inocencia a los niños... ¿Será porqué no les gustan la inocencia en general? ¿o es porqué les provoca envidia el hecho de haber perdido ellos mismos esa misma inocencia que han tenido una vez?

Marc agarra mi brazo:

- ¿Me estás escuchando Alex? – me mira como si le debo de contestar algo… Otra vez me quedé divagando en mis pensamientos... No me he dado cuenta de lo que Marc me estaba diciendo…

- Te digo, - repite esta vez con una sonrisa en la cara - que tengo que ir con ese cliente - y me señala a un hombre al lado de la barra del bar, vestido con un traje gris sentado en una silla llevando un vaso de whisky en la mano que nos mira como si esperara la respuesta de Marc.

- Si. Claro Marc. No te preocupes por mi. Tu ve con ese… Yo estaré esperando a ver si pillo algo – le contesto con un tono divertido.

- Bueno – dice levantándose de la silla y guiando un ojo - Nos vemos luego. Ten cuidado.

- Lo tendré - digo sonriendo. 

Les miro hasta que desaparecen por la puerta del bar. Vuelvo a mirar por la ventana de cristal que da hacía la calle. Uno de los camareros se acerca. No me acuerdo bien su nombre Jason, James o algo así. Es un tipo nuevo en el bar, moreno, alto… creo que tiene unos 30 años, cuando trabaja parece todo un profesional. Por alguna razón me cae bien:

- ¿Quieres que te ponga otra? – pregunta con una sonrisa mostrando hacía mi vaso vacío…

- Si por favor… pero esta vez que sea vodka con hielo - le contesto.

- Claro - contesta recogiendo los vasos vacíos de la mesa - Ahora mismo te lo traigo. – dice dirigiéndose hacia el bar.

En unos minutos vuelve con una bandeja sobre la que tiene mi vodka  y sonriendo me dice:

- Oye... estaba pensando que si no encuentras a alguien hasta las 22:00 que tengo que salir: ¿Qué tal si vas conmigo? 

Pone el vaso sobre la mesa y me mira esperando que le conteste. Tiene unos ojos negros muy bonitos, una cara muy atractiva y es alto. Me gustan los hombres altos. Rio y le digo mientras cojo mi bebida:

- ¿Estás dispuesto a pagar para estar conmigo? - Él sonríe guiándome el ojo:

-  Si te lo he propuesto yo; ¿tu qué crees?

-  Bien. Si es así... trato hecho – le devuelvo la sonrisa.

- Pues entonces espero que no tengas suerte hoy con ninguno –  sonríe y vuelve al bar para servir a otro cliente. 

La mayoría de los camareros de los bares de la calle Castro nos conocen y saben muy bien a qué nos dedicamos. Es una de las zonas más famosas de San Francisco donde uno puede encontrar a un gay siempre dispuesto de acción por un poco de dinero… 

Me dedico a la prostitución… Y no es ni por un capricho ni porque quiero probar nuevas experiencias adolecentes... como muchos pensarán… pero ¿qué iba a hacer un muchacho de 16 años que huye de su casa sin poder soportar ya la situación? Nadie te contrata si eres menor de edad... no se quieren arriesgar para tanto. Y para cualquier cosa que quiera hacer necesito a un tutor o un familiar… Así que yo me siento con suerte por haber encontrado a Marc. 
Cuando salí de mi ciudad vine directamente a San Francisco porque sabía que aquí me encontraría a mucha gente que aceptaría sin problemas el tema de la homosexualidad, y pensé que si eso era cierto también la prostitución con chicos era un campo más abierto y más fácil de conseguir en esta ciudad. En realidad es la única cosa que sé hacer y de hecho fue la única manera rápida de poder conseguir el dinero en mi ciudad para poder viajar lo más lejos posible de mi casa. 

Yo desde siempre he atraído las miradas de los hombres. Tengo una figura casi andrógina y hay muchos que me confunden con una chica, sobretodo si me dejo crecer el pelo. Tengo el cuerpo delgado. Nunca consigo poner un poco de musculo como la mayoría de los hombres. El color de mi pelo rubio... mis ojos son azules... es la parte de la que más orgulloso estoy ya que son los mismos ojos que tenía mi padre. Mido casi 1,70 y por lo demás mi cuerpo tiene curvas como las de una mujer. Bueno una mujer sin pechos pero con culo redondo, caderas finas y piernas largas. Exactamente como esos modelos femeninos en las pasarelas. 

Mi cuerpo es la parte que nunca me ha gustado de mí. Antes solía vestir únicamente ropa larga para que no se notara mi cuerpo. Siempre quise tener la misma figura masculina que tiene un hombre de verdad. Intenté hacer ejercicio para poder ganar peso y fortalecer músculos, dejar de parecer tan fino y delicado. Sin embargo con el tiempo me he dado cuenta de que a los clientes les atrae esta parte de mí... Que de hecho es la que mejor aprovecho ahora mismo vistiendo siempre ropa ajustada. Ahora ya no me quejo tanto ya que observé que siempre atraigo las miradas en cualquier sitio gay a donde voy. 

Al llegar a San Francisco me dí cuenta de que la vida es más dura de lo que pensé en un principio. Las primeras semanas los pasé muy mal: mucha hambre, nadie dispuesto a ayudar... No es que me guste pedir limosna ni nada por el estilo, sin embargo no es así como me esperaba encontrar a este nuevo mundo… Llegué a saber de un sitio llamado el Rainbow donde los chicos se prostituían en las calles y decidí ir allí para sacar algo de pasta. En aquella época dormía debajo de un puente en las afueras de la ciudad… Estuve allí esperando en la calle como hacían los demás chicos y vi a Marc hablando con un grupo de chicos en una esquina. Yo fumaba un cigarro encontrado hace pocos días en los basureros. 

A decir la verdad estaba un poco tanteando el terreno, ver como hacen los demás para conseguir clientes y también tengo que reconocer que tenía un poco de miedo: por una parte me aterraba la idea de entrar en alguna pelea con los chicos que se prostituían ya que había escuchado bastantes historias sobre las disputas por la territorialidad de las calles en el mundo de la prostitución… Y por otro lado miedo por si me encontraba con un cliente que me pueda hacer daño… Nadie iba a poder ayudarme si fuera el caso y no era nada nuevo escuchar historias sobre prostitutos violados. 

Marc me estaba mirando mientras hablaba con los demás chicos. Parecía un chico popular ya que la mayoría de los que pasaban por allí lo saludaban. Conocía a casi todo el mundo. Yo también le estaba observando por el rabillo del ojo. Me estaba preguntando si ganaría mucho dinero teniendo un corpazo como el suyo: 1,80 de altura, músculos muy bien definidos. Seguramente ganaba tanto como para permitirse ir a un gimnasio pensé yo. Tenía un corte de pelo muy moderno y el color era un castaño oscuro con mechas rubias solo en las puntas. Llevaba una chaqueta sobre un brazo y me fijé que en el brazo tenía un tatuaje con un modelo muy interesante sobre esa piel morena... le hacía aún más sexy y atractivo. 

De repente un mercedes negro estacionó delante de mí. El conductor bajó la ventanilla y me preguntó:

- Eh, chico... No estás nada mal... No te he visto por aquí... ¿Eres nuevo verdad? – la ventanilla del coche estaba bajada a medias y la cara del hombre no se podía ver por completo ya que tenía gafas de sol. 

Me extrañaba un poco dado que era ya de noche y no las necesitaba en realidad pero pensé que a lo mejor es porque quiere conservar su identidad. Muchos clientes están casados o viven rodeados de gente que no acepta abiertamente la homosexualidad así que asumí que no tendría que extrañarme tanto.

- Si - contesté yo al hombre bajando un poco la cabeza para poder analizarlo mejor. 

No es por nada pero no me gustaría ir con un cliente por allí al que no le pueda ver realmente la cara... Para mi la cara de una persona es como su carta de invitación o algo así.

- Bueno chico, no te preocupes... Pago muy bien, y ya que eres nuevo me gustaría probarte... y si es que me gustas te dejaré algo de propina extra... ¿Qué me dices?

- Vale - contesté. 

Estaba un poco indeciso por el hecho de no verle realmente la cara pero qué demonios: hacía ya más de tres días que no había comido nada. Estaba hambriento. Esa no era un situación de pensárselo mucho… En cuanto él se asomó para abrir la puerta del lado del acompañante yo me dirigí hacía el otro lado del coche... y de repente alguien cogió mi brazo:

- Si fuera tu, no iría con ese cliente.

Me dí la vuelta y vi a Marc que me estaba dirigiendo una mirada muy sería. Su tono de voz  parecía un poco imponente… eso hizo hacerme pensar que a lo mejor él quería a ese cliente…

- Escucha - le dije - De verdad.. no es asunto tuyo - intenté retirar mi brazo que todavía reposaba en su mano, pero él apretó más fuerte sin dejar que me moviera del sitio.

- ¡¡¡Qué demonios!!! - dijo el cliente - ¿subes o qué? - Me preguntó enfurecido.

- De verdad tío - le dije yo a Marc intentando en vano que soltara mi brazo - Déjame ir. Necesito el dinero.

- Si quieres el dinero, yo te lo voy a dar - dijó Marc con la misma mirada seria - Pero no vayas con ese hijo de puta.

No supe qué pensar. ¿Me daba él el dinero? ¿Entonces no era porque él quería ir con el cliente? ¿O quería él que fuera mi cliente? Me quedé mirándole sin saber qué contestar.

- Vaya muchacho... ¿Sabes qué? – gritó furioso el conductor sacando la cabeza en la ventanilla - Que sepas que has perdido una buena pasta. Eres lindo, habría pagado muy bien por ti - dijo arrancando el motor del coche y pisando el acelerador como si fuera en una carrera. Se fue tan rápido que ni me dio tiempo por decir algo.

- No te preocupes – dijo Marc esta vez con un tono de voz más tranquilo - Hiciste bien en no ir con él. ¿Tienes hambre? – me preguntó - Yo iba a comer ahora una pizza. Ven conmigo. Te invito – me señaló con la mano la dirección que deberíamos de tomar y empezo a andar para que yo le siguiera.

- ¿Quieres ser mi cliente? - le pregunté, ya que todavía no entendía la razón por haberme dejado sin el cliente…

- No, no soy tu cliente - dijo Marc riendo. 

Vaya! Ahora que lo miro mejor me fijo que tiene unos ojos marrones chispeantes. Es muy guapo. Más guapo cuando sonríe de esa manera tan sexy.

- Aunque no te preocupes - dijo acercándose hacia mí y cogiendo mi brazo para guiarme hacía aquella dirección - Te daré el dinero tal como te prometí.

Fuimos los dos acercándonos hacía la zona de los restaurantes y bares del barrio y no nos dio tiempo a hablar entre nosotros, ya que a cada paso se encontraba a algún conocido que lo saludaba y le hacía alguna que otra pregunta. Cuando habíamos llegado a la pizzería mi estómago estaba gruñendo. Casi que sentía que me desmayaba allí mismo con todo ese olor de la comida. Cuando la camarera se acercó con dos pizzas enormes que Marc había pedido yo de repente me sentí más mareado todavía.

- ¿Estás bien? - me pregunto Marc un poco preocupado. 

¿por qué se preocupa? No nos conocíamos y estaba claro que no lo hacía para dar buena impresión. Se notaba bastante en su mirada que su preocupación era real... ¿por qué?

- No. Si... estoy bien - balbucí yo esta vez sin mirarle a los ojos.

- Bueno pues no me parece que estés bien. Mejor come despacio y poco. Puedo decirles que nos llevamos el resto de la pizza para llevar, porqué si hace mucho que no has comido seguramente te sentará mal. Si comes rápido…

- ¿Qué sabrás tú? ¿Quién dijo que no he comido? - le grité yo dirigiendole una mirada furiosa. 

Ya estaba harto. El chico tiene la impresión que sabe todo sobre mi ¿qué sabrá él? Sin embargo Marc me miraba con una cara de compasión. Yo pensaba que se enfadaría y se largaría de la pizzería en ese mismo instante por culpa de mi comportamiento, pero estaba allí delante de mí, mirándome como si mirase a un niño perdido… ¿por qué será que noté ese sentimiento cuando le vi mirándome de aquella manera?

- Perdona - dije un poco arrepentido - Es que sinceramente no entiendo…

- ¿Qué es lo que no entiendes? - dijo él con voz tranquila inclinándose hacia delante sobre la mesa y apoyando los codos en la misma.

- No entiendo por qué razón no me dejaste ir con ese cliente y no entiendo por qué me pagas la comida. No nos conocemos. Nadie hace nada por alguien si no lo conoce de verdad. No entiendo por qué lo haces tú. O qué es lo que quieres a cambio - le digo mirándolo directamente a los ojos.

- ¿Qué tal si lo que te pediría a cambio sería que fuéramos amigos? ¿Eso te molestaría?

- ¿Qué entiendes tú por “amigos” ? - Le contesté yo, ya que sinceramente yo aprendí en esta vida que cada uno entiende lo que quiere por amistad.

- Pues... según yo sé - dijo Marc sonriendo - a no ser que las cosas hayan cambiado, los amigos se ayudan, se apoyan cuando lo necesitan en algún momento difícil de sus vidas, rien y celebran juntos los momentos felices, lloran juntos cuando hace falta... pasan por los momentos pertenecientes a cada etapa de sus vidas juntos.

- Eso se parece más a un matrimonio - dije yo sonriendo.

- Si y no - contestó Marc con una sorbiendo de su vaso de cola cola que tenía delante - Ahora bien... hay amistad con derecho a roce y por otro lado existe la amistad que se puede incluso convertir en matrimonio.

- ¿Y tú quieres que seamos ese tipo de amigos? – le pregunté yo directamente. 

De hecho eso era lo que quería saber desde un principio en realidad. Marc alejó sus ojos de mi mirada y pensó un poco antes de contestar.

- Sólo si tu también quieres lo mismo - Dijo mirándome seriamente. 

Nos quedamos los dos observándonos en silencio sin que ninguno de nosotros añadiera alguna palabra más. Luego Marc dijo rompiendo el silencio:

- Pero es mejor ser amigos normales primero... luego el tema del derecho a roce se verá sobre la marcha y dependerá si nos ponemos de acuerdo los dos con eso. Anda come un poco de pizza que se te va a enfriar.

Cogió un trozo de su pizza y se la metió en la boca. Era tan sexy el modo en el que comía la pizza que parecía la pura imagen publicitaria de una compañía, de hecho creí que si lo contratarían como modelo para hacer spot publicitarios ganarían un montón de dinero… Qué raro que no haya elegido un trabajo como ese... Con el corpazo y la cara que tiene… 

Me centré en la comida y procuré hacer le caso a Marc: comí despacio y poco… aunque hubiese preferido haber  comido más cantidad pero me di cuenta de que muchas veces pasé por situaciones similares y era verdad que cuando uno no suele comer por un tiempo y luego lo hace rápido tiene muchas posibilidades de devolver después, y yo sinceramente no necesitaba eso en ese momento. Después de haber terminado de comer Marc pidió a la camarera que nos traiga otras bebidas y que nos prepare la comida restante para llevar.

- Bien - dijo Marc de repente - Ahora que hemos comido y todo ¿qué tal si empezamos con nuestra amistad? - Me tendió la mano y dijó – Yo soy Marc - Le di la mano y le contesté:

- Soy Alex

- Eres nuevo en esto ¿verdad? ¿Cuándo has llegado?

- Hace unas semanas - dije bajando la mirada. 

Me estaba preguntando si soy como un libro abierto para la toda la gente ya que Marc según veía tenía la capacidad de intuir todo sobre mi.

- Yo hace 4 años que llegué aquí - comentó Marc intentando seguir con la conversación - Soy de Brasil. Cuesta un poco al principio pero con el tiempo conoces a la gente y los lugares. Te acostumbras. - Paró de hablar un momento mirándome seriamente, y luego añadió: - Dime la verdad Alex, ¿Qué edad tienes? 

Al escuchar eso estaba pensando en mentir algo.. pero Marc me dijó:

- Prefiero que no me digas nada a que mientas. Ya sé que eres menor de edad y creéme: he estado en la misma situación que tu hace 4 años cuando llegue aquí ya que me faltaban unos meses por cumplir la mayoría de edad. Fue así como empecé en este trabajo... No tenía ninguna otra opción más práctica para hacer dinero… Ahora tengo 21 y podría trabajar en cualquier otra cosa, sin embargo te acostumbras a esta vida y aún más cuando tienes clientes fijos, o cuando la vida te da uno de esos golpes en los que tienes que buscar una manera para sobrevivir. No digo que esta profesión es todo rosas, nadie en su niñez sueña con ser prostituto algún día... ni si tuviera hijos por ejempo: para nada desearía que tengan esta profesión, pero sé que para mí esta es la realidad: tengo que luchar mucho para sobrevivir en este mundo… ¿Por qué has huido de tu casa Alex? - Preguntó Marc con esa misma mirada de compasión… 

Joo.. Yo no necesitaba su compasión. Me consideraba un hombre. Me consideraba bastante fuerte, lo demostré muchas veces. Yo no necesitaba llorar. Me había prometido a mí mismo que nunca lloraría. Me consideraba fuerte aun sin adquirir la mayoría de edad… Pero no puede contestar a su pregunta. Una vez que salí de mi ciudad... Hice unas promesas: nunca más quería recordar lo sucedido. Nunca más volvería allí y haría todo lo posible para no volver…

- Sabes... – dijo Marc tocando mi mano que reposaba sobre la mesa – no es necesario que me lo digas si no quieres, pero ten en cuenta que si algún día decides desahogarte estaré listo para escuchar y apoyarte. Para eso están los amigos Alex... Ya sé que no nos conocemos todavía y es normal no contarle nada a un desconocido que pretende ser tu amigo, pero con el tiempo te prometo que te demostraré ser un buen amigo y cuando puedas contarlo estaré allí a tu lado para ayudarte...

- No entiendo Marc - dije yo retirando la mano debajo de la suya - ¿por qué quieres ser mi amigo? Ni siquiera nos conocemos. - Marc sonrío:

- No sé por qué Alex, te parecerá raro pero desde el primer momento que te ví en aquella calle tuve la sensación de querer ayudarte, de querer protegerte… No sé si me explico bien. Te parece cursi, ya lo sé, y te juro que yo no soy así. Soy sociable con la gente pero siempre reservado. Nunca ofrezco más de lo que me dan pero tu no sé… Eres especial. De verdad que me gustaría tener una buena amistad contigo... si tu estás de acuerdo por supuesto. Te podría ayudar en todo lo que haga falta. creéme.

Los derechos de la obra pertenecen exclusivamente a Anna M. 
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