Todo es oscuro... Una oscuridad de la que no puedo salir.
Intento darme prisa para encontrar la luz y la voz detrás de mí no para de
hablar:
“Eres hermoso Alex, yo te daré lo que te mereces. No puedes
alejarte, ya lo sabes. Nunca podrás escapar. Ven conmigo”.
Empiezo a correr pero no sé donde. No encuentro la luz... Es
más parece que me estoy alejando cada vez más de la luz. Es demasiado oscuro...
No veo nada más que sombras... Quiero correr lo más lejos posible de esa voz
que me persigue... Tengo que seguir intentándolo. No puedo perder esta vez.
Tengo que escapar. Odio a muerte esa voz:
“Queda te conmigo este noche Alex. Te deseo.”
De repente algo me toca la piel. Siento que arde donde toca.
Quema mi brazo. Mis piernas no pueden correr. Intento esforzarme por mover mis
piernas. Estoy paralizado. Estoy desesperado por escapar. Me agarra muy fuerte:
“Por favor... - suplico - No quiero...”
Pero la voz sigue sonando más cerca esta vez:
“Te he estado esperando Alex. ¿Todavía piensas que puedes
escapar?"
Una risa que vibra en todo el entorno se escucha cada vez más
fuerte.
“Eres mío Alex, y de nadie más. Piensas que todos esos
hombres con los que has estado, ¿pueden borrar lo que es mío Alex? Son
solamente cuerpos... recuerdos frágiles que vienen y pasan tan rápido que no te
marcan, Alex... ¡¡Ninguno te puede marcar tanto como lo he hecho yo!!"
Siento que me ahogo. No puedo respirar. Mi piel quema. No me
puedo mover. Y no quiero llorar. Soy un hombre de verdad. Los hombres no
lloran…
“Llora por mi, Alex. Quiero escuchar tus suspiros, tu llanto
y como suplicas que harás lo que sea. ¡¡Hazlo Alex!!”
No. No quiero. Sin embargo noto como mis lagrimas caen sin
que yo pueda hacer nada. Me siento tan impotente. No me quedan fuerzas para
luchar más:
“Por favor... - digo en un llanto que no puedo contener -
déjame ir. Te lo suplico. Dejame”
Sus manos sucias me tocan por todo el cuerpo. Odio esas
manos. Queman. Duele. Duele mucho. Hasta mi corazón lo siente por dentro. Es
como una herida que llevo dentro que siempre se abre. Nunca cura.
“Yo te he enseñado todo, Alex. Ganas dinero gracias a mi. Y
este cuerpo tan suave y sensual que enloquece cualquier hombre que lo mira es
mío, Alex. Nunca podrás olvidarme. Nunca te podrás alejar de mi. Mi marca
permanecerá hasta que mueras. ¡¡Eres mío para siempre!!”
Mete la lengua en mi boca. Quema mucho. No puedo soportarlo.
Mis lágrimas no paran de caer sombre mi rostro.
“Nooo-"
- Alex, por favor despierta. Mirame, por favor.
Marc me abraza fuerte e intenta sacudirme de vez en cuando.
Está en mi habitación. ¿Cuándo habrá llegado? Yo no paro de llorar. No puedo
cesar. Hundo mi cabeza en su cuello y lloro con más fuerza... dejándome abrazar
por sus brazos fuertes. Estos brazos me dan tranquilidad. No son esos otros
como en mi sueño, llenos de suciedad, llenos de maldad que queman y me
destruyen poco a poco cada vez que me tocan. Necesito que Marc esté conmigo en
estos momentos. Sé que su presencia me recuerda que todo ha sido una pesadilla
mía, y que esos brazos tan sucios y malvado ya no existen más en mi vida. No es
verdad lo que dice en mis sueños. Puedo alejarme. Puedo escapar. Sé que puedo
hacerlo. Pero en estos momentos sufro demasiado. No puedo dejar de llorar.
- Shhh... – dice Marc levantando cuidadosamente mi barbilla -
Ya pasó. Alex todo es una pesadilla. Nada es real... Lo sabes, ¿verdad? ¿Quieres
que me quede esta noche también?
Lo curioso es que su mirada es como si sufriera él también.
¿Por qué será que noto esa sensación? Bajo la cabeza en señal de decir que sí y
Marc entra cuidadosamente entre los edredones de mi cama. Nos cubre a los dos y
me vuelve abrazar.
- Dejaré la luz encendida - dice acariciando suavemente mi
espalda.
Sabe que cuando tengo uno de estos momentos no puedo estar en
la oscuridad, ya que me recuerda a esa misma oscuridad de mis pesadillas en la
que por mucho que corro nunca encuentro la luz. Así que la luz me devuelve la
tranquilidad. Hace que me recuerde de que la pesadilla no es real y de que
estoy a salvo.
Marc me apoya con esto desde que nos conocemos, cada noche
que tengo alguna de estas pesadillas. Y por desgracia he tenido muchas en este
último año que he vivido aquí con él. Cada noche cuando ocurre se queda hasta
por la mañana abrazándome, acariciando suavemente mi espalda como si fuera un
bebé y dejarme llorar hasta que me quedo dormido.
Es embarazoso: durante el día discuto con él intentando
convencerle de que soy fuerte y sé cuidar de mi mismo sin necesitar más su
ayuda y su apoyo, y sin embargo por las noches cuando tenga alguna pesadilla
lloro refugiándome entre sus brazos como un bebé.
- Lo siento, Marc - le digo después de un momento, cuando por
fin puedo parar de llorar - otra noche que te he despertado. Tendré que
disculparme con Tommy también por la mañana.
La habitación de Marc está al lado de la mía. Las paredes son
finas y en este piso se escuchan los ruidos. Pero aun así creo que a veces en
estos momentos de mis pesadillas, mi llantos y gritos deben de ser fuertes, ya
que las primeras noches cuando me mudé aquí venían corriendo a mi habitación
Tommy y Ryan también. Ahora ya saben lo que me pasa y dejan a Marc que se ocupe
de mí.
- Sabes Alex, es extraño... hace ya un año desde que nos
conocemos y noches así han sido muchas. Nunca me cuentas esas pesadillas tuyas
y sé que tienen que ver con el hecho de huir de tu casa y venir aquí. Me siento
impotente cuando veo como sufres y me gustaría ayudarte a superar esto. Pero no
puedo hacerlo si tu no quieres abrirte. ¿Recuerdas cuando te dije la primera
vez que nos conocimos que te apoyaría y estaré allí para poder desahogarte?
Todavía estoy esperando que confíes más en mi, Alex. Las cosas no las puedes
dejar allí encerradas en un rincón de tu corazón y esperar que se borren solas.
Hay que desahogarse, Alex. Eso te hará sentir mejor.
Deja de hablar intentado mírame a los ojos para que yo le
conteste algo. Pero no sé qué decir. Yo no me puedo desahogar como él dice...
No es tan fácil como él lo pinta. Ojalá fuera así de sencillo para mí. Pero no
lo es. Después de unos minutos de silencio Marc dice:
- Alex, he pensado que... - hace una pausa mirando fijamente
un punto en la habitación. Luego añade - no estaría mal que fueras a visitar a
un profesional. Yo quiero pagar los gastos... Quizás esta será una manera más
adecuada para superarlo. – vuelve su mirada hacía a mi esperando oir mi
contestación.
- No quiero Marc. Lo superaré algún día. Estoy seguro. Esto
se supera con el tiempo y yo necesito más tiempo. Esto es todo. – le contesto
yo hundiendo la cabeza en su pecho.
- Sufres demasiado, Alex. Odio verte así - dice Marc
atrayendo me hacia él entre sus fuertes brazos.
Nos quedamos así hasta dormir. Ninguno de los dos añadió
ninguna palabra más.
Marc sabe que esta situación para mi es lo más difícil. Y me
da pena que lo haya implicado a él también preocupándose y sufriendo cada vez
que me ve así. Es un buen amigo. Nunca creí que iba a encontrar en este mundo
una persona tan buena como es él, dispuesto a compartir una relación de amistad
con una persona como yo.
Algunas veces creo que he engañado a Marc: soy bello por
fuera pero por dentro tengo mucha suciedad. No soy digno de una persona como
él. Nunca he tenido amigos y fue él quien me enseñó lo que es una relación de
amistad. Nunca nadie se preocupó por mi como lo hace él. Gracias a Dios por
haberle conocido .
Pero sé una cosa: nunca le enseñaré la suciedad que llevo
dentro. Nunca lo tendrá que saber, ni él ni nadie.
Los derechos de la obra pertenecen exclusivamente a Anna M.
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