Recuperando la inocencia "Celebrando buenas noticias" (CAPÍTULO 7)

lunes, 23 de septiembre de 2013


Abro los ojos. Estoy en la cama de mi habitación. ¿Cuándo habré llegado aquí? Marc está a mi lado en la cama.

- ¿Estás bien? – pregunta al verme despierto. Está tumbado en la cama junto a mí. Me acaricia el pelo con su mano.

- Estoy bien - digo avergonzado - Lo siento, Marc. Menudo espectáculo he hecho en el restaurante. ¿qué habrá dicho la gente al vernos?

- No me importa lo que diga o haga la gente, Alex. Para mí lo importante es que tú estés bien. ¿Quieres comer?

- No. Estoy bien. ¿Qué hora es?

Marc dirige la vista hacía le mesita de noche y coge el reloj. Son las 19:15h. Me enseña el reloj.

- ¡¡¡Vaya!!! ¿He dormido tanto? ¿Y tú qué has hecho Marc? No me digas que te has quedado un día entero en la cama por mi culpa. – Marc sonríe:

- Duermes como un bebé. Nada es más interesante que mirar como duermes - dice divertido.

- No digas eso - yo le lanzo una almohada que tengo cerca. 

Marc la coge y me lanza otra más grande. Al mismo tiempo yo salto de la cama y me muevo divertido por la habitación para que no acierte. Cojo un osito de peluche y se lo lanzo. Marc lo atrapa en el aire. Intenta lanzarlo pero yo no paro de moverme de un sitio a otro en la habitación sin poder parar de reír. Marc salta de la cama decidido por pillarme y yo salgo de la habitación corriendo por el pasillo, llego hasta el salón y me quedo delante del sofá y Marc me coge enseguida. Yo no puedo parar de reír mientras me hace cosquillas.

- ¿Pensabas que tenías escapatoria, ehhh? – pregunta Marc sin parar de hacerme cosquillas.

- Marc, no puedo más... por favor... Me rindo... - le digo entre las risas. 

Marc para enseguida y los nos quedamos tumbados en el sofá escuchando nuestras respiraciones agitadas.

- ¿Sabes? – dice Marc sonriendo - si te digo lo que hay para comer seguramente aceptarás.

- ¿Qué hay? - pregunto curioso.

- Hmmm... Vamos a ver... Lleva fresas, helado, chocolate... ¿quieres más pistas? – pregunta Marc divertido.

- No será el mismo postre que comí anoche ¿verdad? - pregunto yo todo entusiasmado.

- Pues sí. Ese mismo - Marc me guiña el ojo. 

Yo salto rápidamente del sofá y me dirijo al frigorífico de la cocina. ¡¡Vaya!! Allí hay un postre delicioso todo para mí. Me coloco a la mesa y empiezo a comer. Marc entra en la cocina, coge una taza con té y se sienta en la silla en frente de mí. Me mira mientras estoy comiendo.

- Así es como me gustaría verte siempre, Alex. Daría lo que fuera para que esa sonrisa no se te borre nunca.

Yo no le contesto. Mi plato es demasiado interesante. Este postre será uno de mis favoritos. Y tengo la suerte de probarlo por segunda vez. El teléfono de Marc suena. Marc se levanta de la silla y va a por el teléfono para contestar. Se queda en el salón hablando. Seguramente es un cliente suyo que quiere verlo esta noche. Yo termino de comer y entro en el salón. Marc cuelga el teléfono.

- ¿Tienes que ir a ver a alguien esta noche?

- No. - dice Marc - Le he dicho que no puedo. Quiero quedarme en casa esta noche.

- Marc, estoy bien. No hace falta que estés conmigo. Te puedes ir si quieres.

- No. Había pensado en ver unas películas esta noche. ¿Qué te parece? ¿Quieres verlas conmigo?

- Vale - asiento. – Tu pon la películas. Yo voy a preparar las palomitas. - corro directamente a la cocina.

- Pero yo no como palomitas. Y a ti te va a dar dolor de barriga si sigues comiendo así – oigo la voz de Marc desde el salón. Pero yo no le hago caso 

¿Quién puede ver películas sin palomitas?. No es lo mismo sin palomitas. Así que coloco en el microondas una bolsa y al rato entro en el salón con un bol grande lleno de palomitas. Marc me espera en el sofá con una mirada de advertencia:

- Espero que no comas muchas. Ya sabes lo que pasó la última vez. - Yo no le contesto. 

Me siento en el sofá al lado de él y empezamos a mirar la película que Marc había elegido. A Marc siempre le encantan las películas con luchas. Sobretodo si hay lucha de artes marciales, samuráis y cosas parecidas. A mí no me gustan. Prefiero las comedias y las románticas. Esta noche ha elegido una con samuráis. Yo me quedo mirando un rato y luego noto que empiezo a temblar. Debe de ser que la puerta de la terraza se quedó abierta. Me levanto del sofá y la cierro. Al volver al sofá no paro de temblar.

- ¿Tienes frio? - pregunta Marc. – Ven - se estira en el sofá y me señala el sitio para que me quede junto a él. 

Yo me tumbo a su lado y me abraza, frotando mis brazos con movimientos circulares para que entre en calor. De repente, para de frotar mis brazos dirigiéndome una mirada intensa. Los ojos de Marc son tan cálidos. Estamos los dos tumbados en el sofá mirándonos. Siento como entro en calor rápidamente. Oigo la respiración de Marc cada vez más agitada. Me abraza fuerte y hunde su cabeza en mi hombro. El olor de Marc me encanta. Siento como su corazón late rápidamente. Noto sus labios rozando suavemente mi cuello.

- Alex, yo te... - Marc intenta decir algo y al rato se escucha abriéndose la puerta de la entrada. 

Tommy y Ryan acaban de llegar. Sus voces se escuchan en el pasillo y entran los dos en el salón. Yo me levanto del sofá.

- ¡¡Hola!! – dice Tommy - ¿Interrumpimos algo? - dirige su mirada hacía Marc. 

Marc no dice nada. Se queda sentado sobre el sofá.

- ¡¡Hola!! - Digo yo - Vaya Ryan, hace tiempo que no te vemos por aquí.

Ryan trabaja como barman en una discoteca de lujo que se encuentra en una buena zona de San Francisco. Por la mañana, prefiere quedarse en la casa de su hermano mayor, ya que está más cerca de su lugar de trabajo. Así que muchas veces ni le vemos aparecer por el piso.

- Pues por una vez que vengo... sí que llego en buen momento. - dice mirando la cara de Marc - ¿Qué tal si salimos un rato, Tommy?

- No. Está bien - dice Marc levantándose del sofá. – estábamos mirando una película. - dice mostrando con la cabeza hacía la tele.

- Ya... - dice Ryan que se sienta en uno de los sillones del salón. 

Tommy va corriendo hacía la cocina y al rato vuelve con una botella de champan y 4 copas. Sonríe hacía nosotros como para que adivinemos algo.

- ¿Qué celebramos? - pregunta Marc.

- Bueno… ¿Aparte de que tu hayas conseguido hoy ese puesto de trabajo Marc? - dice Tommy divertido. 

¡¡¡Vaya!!! A mi Marc no me comentó nada de eso. Pero claro yo no paro de hacer que se preocupe por mí.

- ¡¡Felicidades Marc!! - digo yo con entusiasmo. 

Marc todavía está serio. Su expresión no ha cambiado desde que los chicos entraron en el piso.

- Gracias. Aunque no es gran cosa. Son pocas clases. El sueldo es una miseria, pero por lo menos disfruto de lo que hago - dice Marc encogiéndose de hombros.

- Pero aparte de eso hay otras razones más. Os explico chicos - dice Tommy colocando los vasos sobre la mesa - resulta que el dueño de la discoteca donde trabaja Ryan, abre el sábado otra discoteca aquí en San Francisco. Esta que abrirá, dicen que será una de las más grandes y lujosas discotecas del estado. De hecho, a Ryan le han dado ya un puesto allí. Y parece ser que no entra cualquiera, sino que la mayoría de los famosos y gente rica vendrán con invitaciones. Es decir, que no es para gente normal que digamos. ¿Y adivinan qué? Ryan ha conseguido encontrarme también un trabajo justo en la discoteca donde él trabajaba antes. ¿No es maravilloso? Y además, la mejor parte está aquí. – saca de su bolsillo unos tickets - Son las invitaciones para la apertura de la discoteca que tendrá lugar este sábado. Y es el sitio donde vendrán todos los famosos. Ryan ha conseguido 5 invitaciones. A él no lo contamos porque va a trabajar esa noche. Estaba pensando en invitar a Evan y a Michael además de vosotros dos. ¿Qué me decís, chicos? 

- Siii - contesto yo entusiasmado - claro que iremos. ¿No es así, Marc? - me giro para mirarle y al verme tan feliz Marc en seguida asienta. – ¡¡¡Yuppi!!! ¡¡¡Qué bien!!! – yo empiezo a bailar en el salón dando saltos de alegría. Tommy abre la botella de champan.

- Mirale, y luego se enfada si le dices que es un niño - dice Ryan divertido. 

Tommy nos sirve a cada uno la copa de champan. Ryan y Marc se ponen a dialogar sobre lo que ven en la película, ya que, aunque no la miramos realmente, de vez en cuando observan algo interesante y lo comentan. Ryan tiene la misma afición que Marc: tiene un cuerpazo muy bien trabajado y va al gimnasio regularmente, también le encantan las artes marciales y no es de extrañar que él y Marc enseguida se hicieron amigos en cuanto se conocieron, así que es por eso que comparten piso. 

Ryan se dedicaba antes a la prostitución, hasta que dio con un buen cliente que le ofreció un puesto en esa discoteca de lujo. Ahora gana suficiente dinero como para dejarlo. Ahora que lo pienso, últimamente no habla nada sobre tener clientes. Yo bebo en seguida mi copa de champan. Debe de ser por las palomitas que estaban un poco saladas y ahora tengo sed. Le entrego a Tommy la copa en señal de que me sirva más.

- Ya vale, Alex - dice Marc - una copa es suficiente. Si tienes sed ve a por un vaso de agua. Ryan empieza a reír:

- Así que no ha cambiado nada desde que no paso por aquí. Sigues haciendo de mama gallina, Marc.

- Toma – dice Tommy entregándome una coca cola - he traído refrescos también.

- Gracias - sonrío y abro el refresco enseguida.

- Ryan ¿por qué no nos cuentas un poco sobre cómo es la discoteca que abren? - pregunta Tommy - Has estado hoy allí para las preparaciones. Cuentános algo... ¿Cómo es?

- ¿Qué más da que te lo cuente, Tommy? - dice Ryan sorbiendo de su vaso de champan - total, la vas a ver el sábado. 

Tommy frunce el ceño:

- Vamos Ryan, unos pequeños detalles nada más. Dicen que es la más grande y lujosa del estado. Tiene que ser algo impresionante. ¿Verdad? - pregunta Tommy sentándose sobre las piernas de Ryan.

- Sé que el dueño acaba de abrir el mes pasado otro pub de lujo en Nueva York – dice Marc - Un amigo mío trabaja allí y dice que es muy grande.

- Bueno... es de esperar para un hombre como Damian Anderson – dice Ryan. - Él únicamente trata con cosas lujosas. Es muy apreciado y respetado entre toda la gente de clase alta.

- ¿Lo has visto alguna vez? - pregunta Tommy.

- Dos veces - contesta Ryan.

- ¿Sólo dos veces? - pregunta Tommy - pero si ese hombre no pasa por allí, no trabajará mucho y aun así tiene la suerte de que le vaya bien el negocio.

- En realidad es al contrario - dice Ryan - el hombre tiene tantos negocios, que yo no sé cómo saca el tiempo para respirar. Tiene tantos hoteles, discotecas, pubs, restaurantes y quién sabe qué otras cosas más, ya que nadie sabe el número de todo eso... Todo de lujo. No hace cosas para la gente normal. Y es algo que hace adicional... Es decir, su verdadero negocio es en el mundo petróleo. Me han dicho que tiene importantes empresas en Arabia Saudí. Y aquí en los Estados Unidos tiene empresas que hacen negocios a gran escala. Ese hombre sí que sabe hacer negocios.

- ¿Qué edad tiene? - continua preguntando Tommy.

- 35 años - contesta Ryan. – Es impresionante que con la edad que tiene, ha sabido construir un imperio. Y la gente me cuenta que es muy duro. Casi nunca le ven sonreír. No le gusta que le lleven la contraria. Las malas lenguas hablan de que está metido también en la mafia, ya que últimamente se le ha visto con gente importante de la mafia japonesa y la italiana. Algunos dicen que se ha casado por interés en hacer una gran fusión de empresas en el mundo asiático.

- Con todo lo que hace ¿Tiene tiempo para tener una familia también? – pregunta Tommy mientras se levanta para volver a llenar las copas con champán.

- Yo no sé mucho sobre su familia - contesta Ryan - lo que sé, es que su esposa es la hija de un gran magnate de Nueva York que le ayudó a fusionar esas empresas en Asia. Pero todo el mundo sabe que no le es muy fiel por decirlo así.

- Y ¿Cómo es eso? - contesta Tommy muy curioso entregando las copas de champán.

- Bueno... en cada discoteca o pub que tiene, todo el mundo que acostumbra ir allí, sabe que su costumbre es de meterse en su oficina y enviar algún guardaespaldas para que le traiga a un chico de entre la multitud. No sé si elige él mismo mirando las cámaras de seguridad o si su mismo guardaespaldas es el que elige sabiendo sus preferencias, pero según sé, es que los chicos van muy contentos, casi nunca rechazan la oferta y aparte dicen que paga mucho dinero.

- ¡¡Vaya!! - dice alucinado Tommy - ¿y qué preferencias suele tener?

- Tommy, ya sé que tú por naturaleza eres tan curioso como un gato. Te contesto a esto y dejas de preguntar, porque si no, tú no acabas nunca - dice Ryan sorbiendo de su copa de champán – Todos saben que Damian es activo. Siempre busca chicos guapos y finos. Ahora dejame charlar un rato con Marc. Que hace mucho que no hablamos.

- En este caso iré a darme una ducha - dice Tommy dirigiéndose hacia su habitación. 

Marc y Ryan empiezan a dialogar sobre sus temas favoritos: el deporte que practican y deciden poner otra película sobre el mismo tema. Yo me despido con un “Buenas noches” y decido leer un poco mientras me entra el sueño.


Los derechos de la obra pertenecen exclusivamente a Anna M.

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