*** ***
-
Sookie dime que están haciendo –insistía Sam
desesperadamente.
-
Em…nada, nada solo están hablando. Tranquilo, tenemos
todo el día para ir a rescatar a John, no te preocupes –sonreía nerviosa,
sabiendo los pensamientos “impuros” de pasión que estaba teniendo el
adolescente en esos momentos en la habitación de al lado.
-
Joder… -rechistaba el tabernero, suspirando.
En la otra habitación la pasión se había consumado como mejor sabían hacer los dos, había sido especial. Algo que nunca olvidarían. Eric se levantó de la cama desnudo, vistiéndose y saliendo de la habitación rápidamente dejando al pequeño John totalmente dormido en aquella cama gigante.
El vampiro sabía que a partir de ahora todo sería diferente,
iba a tener que dejarle aquella independencia que le había prometido y que
tenía que cumplir, pero no todo sería tan idílico…lo tendría vigilado las
veinticuatro horas del día, aunque no pudiese intervenir estaría informado de
lo que hiciese su pequeño todo el tiempo.
Aunque le iba a dejar libertad, seguía siendo suyo y no iba a permitir
que se lo quitase nadie, absolutamente nadie.
Llegó al bar topándose con Ginger que estaba lista para
cuidar el Vantasía de día, mientras que Pam le esperaba para ir a dormir antes
de que saliese el sol, que faltaba poco.
-
Te he estado esperando, ¿estabas con el proyecto
hombre? –preguntó con sorna la vampiresa.
-
Si, ese proyecto hombre como le llamas es el que vas a
tener que vigilar a partir de ahora –sonrió Eric, le molestaba que hablara
despectivamente de John pero también quería mucho a su progenie, por esa razón
no le decía nada.
-
¿Cómo? ¿Es broma, no? Ay dios mío, que tortura –se
lamentaba mientras entraba al sótano junto con Eric, para dormir.
El
sol salió, mientras entraba por la ventana despertando al adolescente a quien
aún le dolía un poco la cadera. Se talló los ojos de la cara, sentándose en la
cama pensando en lo que le vendría a partir de ahora. ¿Iba a ser libre de
verdad?
No
sabía si era verdad, o simplemente una ilusión pero me entró mucha emoción.
Tenía ganas de vestirme rápido y salir corriendo aunque fuese a los jardines
del hotel, para respirar un poco de aire libre y que el sol me volviera a
tocar.
Antes
de poder hacer nada, sonó la puerta. Me quedé extrañado, ¿quién sería a estas
horas? Eric o Pam no podían ser, estaban descansando y para ellos era imposible
salir de día. ¿Sería el servicio de
habitaciones? Aun así no había pedido nada. Fui a abrir la puerta, sin darme
cuenta de que estbaa en boxers, y cuando lo quise hacer unas manos se echaron
sobre mí, envolviéndome en un fuerte abrazo.
-
S…sam, ¿qué haces aquí? –pregunté extrañado, mientras
le devolvía el abrazo.
-
Estaba preocupado por ti. No voy a dejar que
desperdicies tu vida en ese bar de imbéciles. Vengo para llevarte conmigo –respondió,
cogiéndome de los hombros, totalmente serio.
-
Hola, ¡yo soy sookie! –exclamó una chica rubia,
bastante mona que iba detrás de él.
-
Encantado –sonreí- creo que me voy a poner algo de ropa
para hablar esto más a fondo –dije dándome cuenta de que solo llevaba mi ropa
interior puesta. Creo que eso causó un sonrojo en Sam, pero no pude fijarme
bien.
Me
vestí lo más rápido que pude, tenía que hacerle entrar a la cabeza de Sam, que
no podía marcharme con él por mucho que yo quisiera. Eric me encontraría y
nuevamente me raptaría. ¿Por qué tuve que gustarle a un vampiro así? No puedo
entenderlo. Tampoco es que sea gran cosa.
-
Sentaros aquí por favor –comenté haciéndolos pasar a
los sofás- ¿queréis que pida algo para beber a los del servicio?
-
No, gracias. –rechazó la rubia, que se sentó en el sofá
más pequeño.
-
No te preocupes John.
-
Bien –me senté en frente de ellos- como ya habéis
visto, pertenezco a Eric, y no puedo marcharme por mucho que mi voluntad
quiera. No es que sea especialmente feliz con esta situación, pero es lo que
hay.
-
No te tienes que preocupar por eso –dijo Sam serio.
-
Eso dices ahora.
-
No. Lo digo porque le tendimos una emboscada a la
salida y ahora está muerto –sentenció, noté como la chica se sorprendió igual
que yo.
¿Cómo
era posible? Sería mentira…¿no? Eric no podía morir, era un vampiro, tenía mil
años, era…era casi invencible. Intentaba
no creérmelo, pero Sam tenía la decisión en su mirada. Una lágrima salió de mis
ojos, ahora que las cosas iban a empezar a cambiar por fin…se desmoronaba todo,
absolutamente todo.
-
Por eso lo mejor que puedes hacer, es venirte conmigo.
No creo que Pam te mantenga –dijo igual de serio.
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