-
¡JODER! –vociferó, levantándose de encima del pequeño
dándole una patada a una de los sofás individuales lanzándolo contra la pared-
No te complazco, te quejas. Te complazco, te quejas. Te doy un lugar mejor, te
quejas. ¿Qué tengo que hacer para que no te quejes? ¡Dímelo joder, dímelo!
-
No es eso… sólo que siento que mi cuerpo va a
desfallecer…-contestó mirando al suelo.
-
Vale, vale –suspiró, mirando por la gran ventana de la
habitación.
-
Entiéndeme por favor –sonaba a disculpa por parte del
pequeño, quien se sentó en la cama un poco agitado.
-
¿Qué somos? –preguntó el vikingo, girándose a mirarlo
fríamente, como si estuviese congelando a John.
-
No es una cosa que esté en mis manos, ¿o me equivoco?
¿qué saco al decirte que no hay nada? Sí lo hay, pero no puedo clasificarlo. No
te abres a mí, Eric. ¿Mi vida normal no importa?
-
Llevo mil años muerto, no esperes que me sea fácil,
pero lo intento. Solo sé que te quiero a mi lado, junto a mí, apoyándome,
teniendo tu hombro cuando lo necesite. Te lo repito, tengo mil años de vampiro,
no puedo fiarme sabiendo que la otra vez te escapaste –contestó acercándose al
menor, poniéndose justo a su lado. Tomó su mentón para mirarle fijamente esos
labios que le volvían loco- yo tampoco puedo clasificar lo que siento por ti,
solo sé que me está devorando por dentro y eso me hace querer comerte.
Sin
poder contenerse más lo besó, pero esta vez no fue una intromisión, sino un beso
deseado por los dos. Uno con más timidez que el otro, pero al fin y al cabo una
unión sincera, la primera. El rubio sentía que esa pasión lo iba a matar
mientras que el de ojos verdes quería dejarse matar por él. La atmósfera estaba
creada, el amor artificial y la pasión sincera había invadido la habitación.
-
Quiero hacerlo bien, enséñame a hacerlo bien –cortó el
beso Eric, mirando con súplica al frágil y tan fuerte humano que tenía en
frente.
-
Tú… ¿lo que quieres es una relación? ¿novios? –preguntó
un poco desconcertado, sin romper aquél ambiente.
-
Si dijera que si, ¿me convierte en débil?
-
Te convierte en persona, sé que la tienes muy guardada,
pero sigues teniendo tu humanidad aquí Eric –contestó poniendo su pequeña mano
en el corazón no latiente del mayor.
-
Pues entonces sí. Quiero eso, pero lo quiero bien.
Quiero que sea verdadero.
-
Entonces, ¿empezamos de adelante para atrás? Déjame
vivir, tendremos citas, viviremos solos, nos llamaremos cuando queramos saber
del otro, siendo independientes. Sin trampas, sin engaños ni mentiras.
¿Qué
era lo que le acababa de decir John? ¿Cuándo fue la última vez que no hizo algo
con trampas, engaños o mentiras? No tenía ni idea de cómo hacerlo, pero algo le
decía que debía cumplirlo si quería ser feliz, o lo que fuese.
-
Acepto, mañana tendrás tu móvil en la recepción. No
hace falta que vengas al Vantasía, vive…tu vida, pero empiézala mañana porque
hoy serás mío –como si fuese una despedida, lo empujó levemente hacia atrás
besándole las mejillas, para pasar después a sus labios, saboreándolos,
succionándolos, disfrutándolos al máximo.
No
hubo respuesta, no hubieron palabras. Solo se quitaron la ropa el uno al otro
lentamente, sin prisas observándose el uno al otro con una especie de
sentimiento que no existía, algo nuevo que se empezaba a apoderar de los dos.
Ya desnudos, Eric se paró luciendo todo su escultural cuerpo ofreciéndole la
mano al pequeño quien aceptó tímidamente.
Sin
soltarle la mano lo envolvió en un abrazo, en unas manos que rodearon las
estrechas caderas de John, apoyando su mejilla en el hombro del chico dándole
pequeños mordiscos en el hombro. Ronroneó un par de veces, mientras deslizaba
su lengua por la parte trasera del cuello, bajando lentamente por toda su
espalda hasta arrodillarse, quedando su vista a la mitad de esta.
Su
mano derecha se arrastró hasta el miembro ya erecto del menor, aprisionándolo
entre sus dedos mientras que con su mano izquierda sujetaba ambas manos de
John, teniéndolas en su espalda anulándole el movimiento. Los gemidos no tardaron
en salir, causando diversas expresiones en la cara del adolescente. Eric
disfrutaba del momento, aprovechando para morder una nalga arrancando un gemido
mucho más sonoro.
*** ***
-
Sookie dime que están haciendo –insistía Sam
desesperadamente.
-
Em…nada, nada solo están hablando. Tranquilo, tenemos
todo el día para ir a rescatar a John, no te preocupes –sonreía nerviosa,
sabiendo los pensamientos “impuros” de pasión que estaba teniendo el
adolescente en esos momentos en la habitación de al lado.
-
Joder… -rechistaba el tabernero, suspirando.
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